Frío, miedo y exclusión

Este post incluye un microrrelato, una aproximación al fenómeno de la aporofobia y una recomendación de lectura de ficción sobre personas sin hogar que se desarrolla en Madrid. Esta entrada sigue la línea del anterior post aquí publicado en RTC dedicada a las personas sin hogar que dediqué también a la exclusión residencial y a los «sin techo».

En primer lugar te ofrezco un microrrelato escrito por mí titulado «Rabia y cartón», con el que me estreno en esto de crear pequeñas píldoras literarias. Después te explico qué es la aporofobia con una excelente videoentrevista y finalmente te recomendaré, con la extracción parcial de algunos fragmentos, la lectura del libro «Ahora que estamos muertos» de Miguel Rubio, un trabajador social que trabajó más de una década con personas sin hogar. Espero con ello sensibilizar  hacia la dura realidad que viven las personas sin hogar en el cuarto mundo, ese espacio de máxima exclusión ocupado por algunos ciudadanos de nuestras ciudades entre los algodones del primer mundo.

«RABIA Y CARTÓN» de Miguel Ángel Manchado

Fernando estaba aterido por el frío. No conseguía entrar en calor en aquella invernal noche de Madrid. La calle solo debería ser un lugar de paso, un recorrido necesario para llegar a algún lugar cubierto y funcional, pero para Fernando, la calle era su destino final y su casa. «Sin techo» era la etiqueta que alguien le había colgado, un eufemismo para decir que no tienes nada, no eres nada, no existes.


Cuando era niño, Fernando amaba la calle porque era el escenario diario de interminables juegos con sus amigos, un lugar en el que el tiempo pasaba sin darse cuenta y le hacía sentir una sensación de inmortalidad y de eterno placer. En ella descubrió el valor de la amistad y de la lealtad forjada entre risas amigas y relojes muertos. Sí, si lo pensaba bien, Fernando podía asegurar que aquella infancia callejera había sido la época más feliz de su vida. Pero eso fue hace mucho tiempo.


Ahora, en una cruel y navideña noche de diciembre madrileña, al raso, Fernando luchaba infructuosamente por entrar en calor, tumbado en el banco de un parque junto a Puente de Vallecas, sin más posesiones que su mugrienta ropa, cincuenta céntimos y un enorme cartón desplegado que apenas alcanzaba a tapar su cuerpo por completo y que dejaba sus sucias botas al descubierto.


El frío hacía horas que había acabado con su hambre, como si su cuerpo aún conservara ciertos e inteligentes resortes de supervivencia que se activaban para seguir prolongando la agonía que vivía desde que hace dos años le desahuciaran de su vivienda, perdiera su empleo y su familia le diera la espalda. La calle ya no era para Fernando aquel idílico lugar de la infancia sino el hostil decorado de su mala fortuna y el escenario de una tragicómica obra de teatro representada cada noche sin público.

Imposible dormir. Fernando se incorporó y comenzó a caminar por la avenida de La Albufera dirigiendo sus pasos hacia la luz de un escaparate que había quedado iluminado. Era una tienda de muebles, de esas que simulan artificiales y confortables espacios de hogares sin personas que no pueden utilizar personas sin hogar; se quedó observando un dormitorio juvenil en cuyo centro se hallaba una cama hecha con un embozo de tiralíneas, mientras aún sentía su cuerpo agarrotado por la dureza de las tablas del banco del parque. Posó su negruzca mano en el gélido cristal y sintió una rabia infinita. ¿Quién había puesto aquello allí?¿Por qué la vida le hacía esto? Retrocedió, cogió un adoquín suelto de la destartalada acera y lo lanzó con ira contra aquella frontera cristalina, quebrándola y abriendo un hueco por el que pudo pasar, sin llegar a hacerlo. Jadeante, aún con los ojos enrojecidos y vidriosos, comprendió que ya no tenía fuerzas ni para salir de la calle ni para entrar en aquel atrezzo de sueño y confort.

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APOROFOBIA

Aporofobia es el miedo o rechazo a las personas pobres. Se trata de un término acuñado por la Catedrática de Ética de la Universidad de Valencia Adela Cortina que señala que «la corrupción del carácter consiste en admirar a los ricos y despreciar a los pobres«. La aporofobia se constituye como una forma de violencia que también sufren las personas sin hogar como demuestra el dato de que el 47% de estas personas han sido víctimas de agresiones por miedo o rechazo. Se sabe que los agresores suelen ser varones jóvenes entre 18 y 25 años en contextos de «fiesta», con el triste dato de que en el 70% de los casos hay presencia de testigos que no hacen nada por parar los ataques y con la espeluznante estadística de que el 59% de las mujeres sin hogar han sufrido algún tipo de agresión sexual. Como vemos la desprotección es total y no solo por las inclemencias meteorológicas, ya de por sí durísimas, sino por el trato indiferente o vejatorio que recae sobre las personas sin hogar, que alternan sobre sí la sensación de ser invisibles con la de ser rechazados. Si quieres saber más puedes leer el libro de Adela Cortina «Aporofobia, el rechazo al pobre».

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Adela Cortina explica que aporofobia es un fenómeno social excluyente que contrasta con la estimulación institucional y aceptación socioeconómica de otros ciudadanos no residentes pero que sí aportan capital: los turistas. La cuestión es que esta aporofobia también empieza a ser justificada, incluso usada para obtener réditos electorales, por opciones políticas neoconservadoras que señalan al pobre y al emigrante como causante de problemas estructurales y déficits económicos en los diferentes sistemas de protección social de los Estados.

«AHORA QUE ESTAMOS MUERTOS» de Miguel Rubio

Por último, te recomiendo la lectura de «Ahora que estamos muertos», una novela de Miguel Rubio ambientada en el invierno del año 2000 en Madrid. Un elenco de personas con historias personales que lo perdieron todo por decisiones equivocadas y que quedan abocadas a toda una suerte de situaciones marginales y violentas que les deja en situación de calle y con el incierto recurso de pernoctar cada noche en un albergue municipal. Una lectura que remueve conciencias y que a mí me impactó. Te dejo aquí unos fragmentos que he seleccionado para que te animes a leerlo:

«Amanece en la ciudad. Antonio abre los ojos entre basuras y maldiciones. En medio del frío trata de despertar a su compañero Gustavo, pero este no responde»

«El tiempo […] no es lo mismo para todos […]; un par de horas pueden no ser nada, unas semanas pueden pasar volando y un minuto puede ser la eternidad […]. El albergue era uno de esos sitios donde el tiempo parecía detenerse o pasar más despacio que en otros lugares […] no había nada que diferenciara un día del otro […] todos los días eran iguales».

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Igual sí que va a tener sentido que la alternativa a la mercantilización del espacio público es la conciencia. Una conciencia que no esté en venta y que sea irreductible al canto de sirena del capital. Y no es que esté en contra del progreso, ni mucho menos; pero sí que creo que el progreso social, además de económico y material, debe ser moral y por lo tanto, no debería olvidarse de quienes tienen la mala fortuna de quedar fuera del encuadre de esa foto llamada bienestar social.

Y finalmente, comparto un video de Adela Cortina sobre la aporofobia.

4 comentarios sobre “Frío, miedo y exclusión

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  1. ENHORABUENA POR TU ARTÍCULO, COMPLETO E INTERESANTE …Y, SOBRETODO, POR TU MICRORRELATO DONDE DESCRIBES LA DUREZA DE LA VIDA DE ESTAS PERSONAS…FERNANDO, JUAN, MARCOS, ALMUDENA…PERSONAS SIN TECHO Y SIN NOMBRE…

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    1. Lo menos que podemos hacer con las personas sin hogar es empatizar con ell@s. En lo pragmático, creo que hay que impulsar iniciativas de accion social financiadas por administraciones municipales y autonómicas que ofrezcan soluciones reales y estables a las diferentes formas de exclusión residencial, como, por ejemplo, el Proyecto Housing First.
      Gracias Cecilia por leer el blog y por tus comentarios.

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    1. Miguel, que puedo decirte…tu libro se hace eco de los que no tienen voz y eso es mucho decir…igual, tras su lectura, ese eco resuene en la conciencia colectiva y ello sirva para ir girando estas terribles desigualdades del cuarto mundo en situaciones dignas para las personas en situación de exclusión social. Gracias por comentar por aquí.
      Por cierto, estás invitado a locutar en un programa de radio que coordino llamado Mejor Imposible para hablar de tus libros y de estas problemáticas ya que nos interesa la sensibilización de problemáticas sociales y la inclusión social. Solo tienes que ponerte en contacto conmigo a través del formulario.
      Un abrazo Miguel.

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