Será que sigo soñando con el Estado de Bienestar

Siempre he sentido curiosidad al descubrir cómo se las apañaban nuestras anteriores generaciones para cubrir ciertas necesidades sociales. Los trabajadores sociales ya hemos leído mucho en torno a la caridad y la beneficencia y hemos sabido de muchos recursos que a lo largo de la Historia se han creado para atender la pobreza. Hoy quiero detenerme en cuatro acciones sociales añejas con las que me he topado, que me han causado curiosidad y que se aplicaban en tiempos remotos: las “ambulancias del siglo XVIII”, la Gota de Leche, la Inclusa y la Sopa Boba. Allá voy.

Ambulancias del Madrid del XVIII

Lo que he venido a llamar las “ambulancias del siglo XVIII” eran una suerte de literas o palanquines que se usaban para transportar a los enfermos y que originalmente fueron usados por reyes y nobles. Estas literas o palanquines son una clase de vehículo sin ruedas, un tipo de transporte de tracción humana, para el traslado de personas. En esas literas o palanquines los miembros de la realeza y la nobleza de muchas culturas desde la Antigua Roma, China, India o Europa han sido transportados por sus lacayos a lo largo de siglos pero también estas literas fueron comunes en campos de batalla y en situaciones de emergencia, donde el terreno no permitía vehículos de ruedas para transporte de muertos y heridos. Aquí podéis ver cómo era uno de estos palanquines que se usaron en el Madrid del XVIII para transportar enfermos a hospitales. Mucho ha llovido desde entonces y ahora tenemos nuestro magnifico servicio de SAMUR en Madrid y análogos en todas las ciudades españolas. Este palanquín lo pude ver recientemente en el Museo Municipal de Madrid y me parece lo que yo llamaría la primera stravaganzza de este post, guardando el respeto histórico que se merece, por supuesto.

La Gota de Leche

Los más mayores del lugar puede que hayan oído hablar de la Gota de Leche. La mortalidad infantil ha sido uno de los grandes problemas sanitarios que han asolado a todas las civilizaciones y sociedades hasta el desarrollo científico de la medicina y la enfermería. En las últimas décadas del siglo XIX surgió una gran preocupación por la mortalidad infantil que azotaba a las ciudades de España, más acusada en el medio rural. La Gota de Leche corresponde a una iniciativa francesa, cuya finalidad era el suministro diario gratuito o semigratuito de leche esterilizada para la alimentación infantil de aquellos bebés cuyas madres sin recursos económicos no podían dar el pecho a sus hijos e hijas y que no podían pagar las llamadas nodrizas o mujeres que amamantaban con afán de lucro a bebés de otras mujeres, generalmente de clase social alta que las contrataban, bien porque tampoco podían dar de mamar o, simplemente, porque no deseaban dar el pecho, un lujo (o no, según se mire), al alcance de las familias adineradas.

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La esterilización de la leche garantizaba la reducción de la mortalidad en lactantes y el suministro de leche garantizaba la no aparición de problemas de desnutrición derivados de situaciones de pobreza de la familia del lactante, si bien es cierto que estas Gotas de Leche fueron criticadas por desincentivar la lactancia materna. Esta idea de suministrar leche esterilizada a lactantes se fue extendiendo, por Alemania, Gran Bretaña, Estados Unidos…. La Gota de Leche se estrenó en España en la ciudad de Madrid en 1904 imitando las Gotas de Leche en Francia y Bélgica, extendiéndose posteriormente a otras ciudades españolas. Estos centros fueron subvencionados en parte por los ayuntamientos y por la caridad privada. La Gota de Leche es una curiosidad que hoy en día se nos antoja como una extravagancia pero que en su momento tenía una lógica aplastante dada las altas tasas de mortalidad infantil y desnutrición. Digamos pues que se trata de la segunda stravaganzza de este post que desapareció con la llamada lactancia artificial con leche en polvo adaptada al sistema digestivo de los bebés.

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La Inclusa

Seguimos con la infancia y el calvario que muchos niños, niñas, familias y mujeres pobres se veían abocadas a sufrir con los designios que el Altísimo les había otorgado para sus miserables vidas. Mucho y muy bien se ha escrito de la inclusa, un lugar en el que las mujeres pobres se veían obligadas a abandonar temporalmente y de forma anónima a sus bebés mediante la utilización de unos tornos giratorios que permitían depositar a las criaturas desde un lugar habilitado en la fachada exterior de un convento y que al girarlo permitía introducir al bebé dentro de una estancia donde posteriormente era recogido por una monja tornera, cargo conventual elegido por la abadesa igual que el de portera era un oficio específico dentro del convento.

Al parecer, el torno también se usaba para introducir multitud de elementos necesarios para la vida del convento, que generalmente era de clausura. Algunos tornos disponían de una ranura en el que poder depositar donativos para los niños abandonados, como este de abajo correspondiente a la llamada Casas de Misericordia de Barcelona. Tras estos abandonos forzosos estaba la pobreza pero también la vergüenza puesto que también afectaba a mujeres solteras que habían quedado embarazadas. En fin, un ejemplo más de cómo las malas condiciones socioeconómicas y una moralidad que oprimía especialmente a las mujeres pobres llevaban a estas dolorosas separaciones materno filiales. Parece ser que algunas mujeres recuperaban a sus hij@s si su situación personal mejoraba.

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La Sopa Boba 

La Sopa Boba era un caldo elaborado con restos de comida que se distribuía entre aquellos que no tenían nada que llevarse a la boca, quienes hacían cola para poder obtener su ración de sopa. Se llamó “boba” debido a la simpleza de sus ingredientes: agua, pan y vegetales. De una forma despectiva se usaba y aún se usa el término “estar a la sopa boba” para referirse a una persona que vive gracias al esfuerzo de otra; aquí vemos el giro cruel que la moral popular tenía para con el pobre sobre el que se deposita la responsabilidad de una situación que parece elegida por sí mismo debido a la laxitud de su carácter y su pereza, como si estar a la sopa boba fuera algo elegido. Hoy ya no hay Sopa Boba, pero tenemos comedores sociales que, de una forma más digna, ofrecen el mismo servicio que aquel. Desgraciadamente, no puedo decir que esta sea la última stravaganzza de este post porque hoy en día muchas personas aún hacen cola para poder alimentarse.

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Aparte de la curiosidad histórica de estas cuatro acciones sociales que me apetecía compartir creo que desde el Trabajo Social debemos tener en cuenta las formas de atender las necesidades sociales que han existido a lo largo de la Historia porque sin pasado no podemos entender nuestro presente. Nos dicen continuamente que el progreso se mide por el desarrollo económico y por la fascinante puesta en escena de avances tecnológicos pero yo siempre he creído que el auténtico desarrollo de las civilizaciones se mide por cómo cada sociedad es capaz de prestar servicio a colectivos vulnerables, desfavorecidos o en riesgo de exclusión social y por cómo es capaz de articular leyes e instituciones que garanticen la igualdad de oportunidades.

Será que sigo soñando con el Estado de Bienestar.

Fuentes:

http://index-f.com/gomeres/?p=1362

http://nobleyreal.blogspot.com/2011/07/literas-palanquines-y-sillas-de-mano.html

https://apuntesdedemografia.com/2012/03/13/abandono-y-recuperacion-de-ninos-en-las-inclusas-de-madrid/

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