Unamuno Burn Out

¿Qué hace un trabajador social hablando de Miguel de Unamuno? ¿Qué tiene que ver esto con el síndrome de burn out? Dame tres minutos y te lo cuento.ea3d1426365d4e5e78d96a89e393d7ffQue Unamuno era un sabio no descubre nada nuevo.Quizás conviene recordar que, según los estudiosos de este autor, era una persona que rechazaba los dogmas. Fue un filosofo y escritor que tuvo la osadía de querer ser un librepensador en una época histórica convulsa posterior a la I Guerra Mundial en la que diferentes dogmas políticos en Europa intentaban imponer un pensamiento único (los militarismos prefascistas y la revolución comunista) mientras que en España, particularmente, antes de la proclamación de la muy breve II República, la sociedad española tuvo que sufrir, incluido don Miguel, la dictadura militar de Miguel Primo de Rivera de la mano de una Iglesia cómplice y rancia que intentaba impregnar incansablemente a la población de su propio dogma religioso. No le amedrentaba esto a Unamuno, que escribió obras como «San Manuel Bueno, mártir» en la que dejaba caer las contradicciones de la curia, no en vano, seres carnales y defectuosos como todo hijo de vecino.IMG_20200106_133322Pero lo que yo deseaba contar es el significado de una parte de esta obra con alguna etapa profesional propia por la que pasé y en la que sentí cierto síndrome de burn out; y es que los profesionales de la intervención social también somos terrenales, por más que halla algún que otro usuario que vea en nosotras seres de luz o te encuentres por ahí alguna compañera que se crea un oráculo consultivo, que haberlas haylas, como las meigas galegas. No; también tenemos lado oscuro y nos lo tenemos que currar, como el más común de los mortales, oiga. Nos ponemos tristes, nos despiden, nos divorciamos, pagamos hipotecas, nos rayamos, sufrimos por nuestras cosas y etcétera, etcétera. Que ayudemos a personas no significa que no nos pasen cosas malas.Y a mí me pasó una breve temporada que perdí la sensación de que mi trabajo fuera relevante, que no era capaz de ayudar a otros a mejorar, que las personas no queremos cambiar y que mi labor era inútil….un desastre motivacional cuando uno se metió en esto por pura vocación. Pensé :»me está ocurriendo como al párroco Don Manuel, el protagonista de «San Manuel Bueno, mártir» de Unamuno, que perdió la fe en Dios pero él tenía que fingir conservarla porque sus feligreses buscaban en la religión y a través de él la solución a sus angustias vitales. ¿Cómo iba el bueno de Don Manuel a rasgarse su sotana y renegar de la fe cristiana si su misión era ser el guía espiritual de esas almas confusas que iban a confesarle sus pecados y secretos? ¿A quién le contaba ese santo varón sus dudas existenciales? (En verdad, sí que lo hizo, a Lázaro, un hombre laico al que logra convencerle de su santidad, contra su voluntad, precisamente por el sacrificio que Don Manuel hace con sus feligreses tras confesarle a este su ausencia de fe; ¿no es genial Unamuno?)e4d1286ac5b1db90980274ae587de21bPermitidme un paréntesis porque no puedo resistirme a contaros cómo Unamuno ya mostraba en la década de los 30, época en la que escribe y publica esta obra, cierto descrédito por las ideologías, bien fueran de signo religioso o político. En esta obra, ambientada en el primer tercio del siglo XX, Unamuno pone sutilmente a caldo a la Iglesia a través de la puesta en escena de un cura sin fe, pero como el bueno de Miguel no se casaba con nadie, tampoco pierde la ocasión para poner a parir al comunismo emergente allende Rusia y que traía a Europa los movimientos obreros (también Inglaterra, aunque desde otro lugar ideológico) que denunciaban la lucha de clases, de tal forma que pone en solfa al marxismo—leninismo, terminado de cuajar en la Revolución Rusa de 1917, con diálogos tan jugosos como este, puestos en boca del abnegado y cínico páter, Don Manuel:

«No, Lázaro, no; la religión no es para resolver los conflictos económicos o políticos […] ¿Cuestión social? Deja eso, eso no nos concierne. Que traen una nueva sociedad, en que no haya ya ni ricos ni pobres, en que esté justamente repartida la riqueza, en que todo sea de todos, ¿y qué? ¿Y no crees que del bienestar general surgirá más fuerte el tedio de la vida? Sí, ya sé que uno de esos caudillos de la que llaman la revolución social ha dicho que la religión es el opio del pueblo. Opio…, opio… Opio, sí. Démosle opio, y que duerma y que sueñe». Cierro paréntesis.e8e62e45ee419bf0dee68d553fac1882Imaginen qué quemado estaba el cura, tanto como yo en aquella etapa profesional en la que no veía color y sí una escala de grises, tal y como a mí entonces se me imprimía la realidad ante mis incrédulos ojos. Pero, si bien Don Manuel fallece descreído, yo tuve mi oportunidad para redefinirme, renovarme para seguir creciendo profesionalmente y seguir acompañando en su camino a las personas en atención con las que he tenido el privilegio de trabajar a lo largo de estos 23 años. Conozco a otras compañeras que pasaron por lo mismo y no pudieron mantener el rumbo inicialmente elegido. No es fácil trabajar con los problemas de las personas y guardar la distancia óptima que te permita involucrarte en cada caso sin permitir que te afecte; incluso cuando dominas esas distancias, hay momentos en los que, por motivos personales, estructurales, grupales o por acontecimientos vitales propios significativos, no mides igual tus esfuerzos, todo te cuesta más, las energías que inviertes pueden fluctuar a la baja, y eso puede conllevar un coste respecto a tu fuerza de trabajo y tu compromiso. Pienso que esto nos ha pasado a todos los profesionales de la intervención social, generalmente de forma puntual, aunque también creo que a algunas personas les cuesta más redefinir su mirada y su salud mental puede verse afectada. Esto quiero subrayarlo especialmente; los profesionales de la intervención social debemos cuidar nuestra salud mental de una forma proactiva y creo que esto es un aviso para los estudiantes y jóvenes profesionales de lo social que vendrán a relevarnos en nuestras funciones. No obstante, si algo caracteriza a los profesionales de la intervención social es la vocación humanista y esa, al final, es la característica que nos hace resurgir cuando los grises obnubilan el horizonte de nuestro trabajo, que, por cierto, es fascinante. Y tú, ¿alguna vez te sentiste como Don Manuel?666bf99112eb39d4f7348824338b80cd

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